Dejad que os cuente un cuento

Entra el primer candidato a la entrevista.

-¿Entiende usted que esto no es más que un simple “test” que queremos hacerle antes de darle el trabajo que usted ha solicitado?

-Sí

-Perfectamente. ¿Cuántas son dos y dos?

-Cuatro.

Entra el segundo candidato:

-¿Está usted listo para el “test”?

-Si

-Perfectamente. ¿Cuántas son dos y dos?

-Lo que diga el jefe

El segundo candidato consiguió el trabajo.

La actitud del segundo candidato es muy recomendable si deseas ascender en nuestro mundo.  Frecuentemente le servirá para sacar mucho provecho de la situación, son conocidos por su amor a la doctrina del jefe, que por su amor a lo que hace y el amor a la verdad. Cuando buscamos la verdad, vamos solos. La senda es demasiado estrecha para llevar compañía. Pero ¿quién puede soportar semejante soledad?

El jefe reacciona no frente a la realidad, sino frente a las ideas que tiene en su mente y quiere que sus trabajadores no vean lo que hay sino lo que les ha enseñado a ver.

Se funda un antifaz negro que le impide ver lo que tiene delante, sus ojos son los ojos de su jefe, jefe que muchas veces intenta desesperadamente practicar lo que predica, pero si se limitara a predicar lo que práctica, sería mucho menos farsante.

Yo he tenido y tengo una relación bastante buena con el jefe, pero siempre tuve la incómoda sensación de que él deseaba que me enfundara el antifaz. Yo le hablaba pero él no escuchaba, simplemente se limitaba a mirarme fijamente, con una mirada de reproche por no ponerme ese antifaz que me ofrecía, con un guiño de ojos intentaba que mi ego saliera y tomara lo que me ofrecía y abandonara mi amor por la verdad.

Mi jefe no me utiliza más, no porque no quisiera, sino porque mi implicación en la busca de la verdad lo impide. Si me pongo el antifaz, veo por sus ojos y dejo la búsqueda, entonces con generosidad viviremos felices y contentos, pero ¿no habría empleado mejor su tiempo si se hubiera dedicado a la concordia, la fraternidad y la cooperación en lugar de fomentar la creencia de la separación? Porque ¿no es acaso infinitamente menos importante hacer su voluntad que decir “esto es de todos y entre todos los tenemos que llevar”?

A veces se oye decir a la gente: “Jefe, he hecho mucho por ti". ¿Qué recompensa me vas a dar? Siempre que se ofrece o se busca una recompensa, esta se prostituye.

Si te fijas en lo que los jefes suele llamar comportamiento libre y responsable, probablemente descubriremos que no se trata de una acción consciente, sino de un movimiento mecánico y de reacciones programadas. En lugar de tocar la realidad, responden a estereotipos, o a principios rígidos, o a simples apariencias, o a etiquetas, aunque a veces, de todos modos se enorgullecen de su capacidad de razonamiento y luego tratan de demostrarlo de las más asombrosas maneras.

El diálogo es el alma de toda relación. Desgraciadamente, los obstáculos al diálogo son muchos, pero son pocos los que lo superan. Habríamos dado un gran paso si, ante todo, habláramos menos y escucháramos más. Nos abstuviéramos de pretender saber de antemano de qué está hablando el otro y qué es lo que el otro desea y no reaccionáramos en función de lo que suponemos que el otro ha dicho, ni diéramos por supuesto que sabemos de lo que el otro está hablando, ni diéramos nuestra propia interpretación a las palabras del otro. Pero, por desgracia, frecuentemente ni siquiera oímos lo que el otro está diciendo y casi nunca hablamos acerca de lo mismo, ¿o sí?

Espero que os haya gustado el cuento, y si alguien se ve reflejado en alguno de los personajes, lo siento, es fruto de su imaginación y de su mente retorcida. Toda coincidencia con la realidad es mera imaginación.